martes, 5 de mayo de 2020

Oración de la mañana


¡ERES TÚ QUIEN CUENTA EN ESTE CUENTO!
Oración de la mañana.

Martes 05-05-2020

Buenos días María,

¡Qué alegría, un nuevo día para acompañar a María!

Antes de comenzar, vamos a ponernos en una postura cómoda, que no nos distraiga e inspiramos tres veces por la nariz y soltamos el aire por la boca. Ahora ya tienes tu corazón y tu cuerpo mucho más tranquilo. Sabemos que estamos delante de la persona que más nos quiere y nos conoce mejor que nadie, nuestra madre María. 

Hoy, comenzamos el día, leyendo un cuento sobre una historia que nos puede ocurrir a nosotros mismos o quizás te puedas sentir identificado en ella, porque hayas podido vivir una situación parecida. Os presentamos el cuento: 

“En una estación del tren, una tarde llegó una señora muy elegante. En la ventanilla le informaron que el tren llegaba con retraso y que tardaría aproximadamente una hora en llegar a la estación. La señora, un poco molesta fue al kiosco a comprar una revista, un paquete de galletas y un refresco. Preparada para la forzosa espera, se sentó en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.

De pronto, la señora vio, por el rabillo del ojo, como el muchacho, sin decir una palabra, estiró la mano, cogió el paquete de galletas, lo abrió, sacó una y comenzó a comérsela despreocupadamente. La mujer estaba indignada, no estaba dispuesta a enfadarse, pero tampoco a hacer como si nada hubiera pasado, así que, cogió el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando descaradamente al joven.

Ante aquella situación, el joven sonrió y se comió otra galleta. La señora, con gesto de enfado, cogió otra galleta, y se la volvió a comer mirando fijamente al joven. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada y el muchacho cada vez más divertido.

Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete quedaba sólo la última galleta y pensó: ¡no podrá ser tan caradura! Entonces, ella se quedó asombrada, mirando alternativamente al joven y a las galletas. Con calma, el muchacho alargó la mano, cogió la última galleta y con mucha suavidad, la partió por la mitad. El joven con una sonrisa le ofreció media galleta a la señora. Ella le dio las gracias, y el joven sonreía mientras se comía su mitad. El tren llegó y la señora muy furiosa, se levantó, cogió sus cosas y subió al tren. Cuando el tren se puso en marcha, la señora vio al muchacho, que todavía estaba sentado en el banco del andén y pensó que era un egoísta. Ella muy enfadada, abrió su bolso para tomar el refresco y cuál fue su sorpresa al encontrarse su paquete de galletas cerrado, que estaba… ¡intacto!” 

Te habrás quedado sorprendido/a, ¿verdad? 

¿Cómo crees que se sintió la mujer al comprobar que su paquete de galletas estaba en su bolso sin abrir?

¿Qué pensaría el joven al compartir sus galletas y al observar la cara que pondría la mujer?

Ahora te propongo cambiar a los personajes, ¿te atreves? Tú serías el protagonista junto con la mujer. ¿Cómo imaginarías la historia? ¿Hubiese sido diferente? 

A veces las cosas no son lo que parecen. Confía y ponte siempre en manos de María, nuestra madre.

Por último, da gracias a María escuchando la siguiente canción que nos invita a bailar con la felicidad que Ella nos regala. Fíjate en la letra de la canción y quédate con la frase o la palabra que te identifique.